*La propuesta para evaluar el desarrollo biotecnológico realizado en la UAM se encuentra en proceso de validación; de ser aprobada, el recubrimiento sería aplicado en campo en poco tiempo
*Resolver la oxidación del pericarpio del litchi con formulaciones inocuas beneficia a los productores de este fruto porque su mercancía no se devalúa en el mercado
*También se generan beneficios en la salud del consumidor, ya que se evitan los tratamientos de tipo químico con dióxido de azufre
En la Universidad Autónoma Metropolitana (UAM) se desarrolló un recubrimiento que tiene como base un polímero natural no tóxico y biodegradable que logró alargar la vida de anaquel del fruto litchi (Litchi chinensis), condición que le permitirá alcanzar estándares de calidad de exportación.
La conservación del color rojo característico de este fruto, que es muy importante para su presentación en el mercado nacional e internacional, logró extenderse, con la aplicación de este recubrimiento, hasta por casi un mes –sin tratamiento en 72 horas la cáscara del litchi se vuelve marrón–, y los parámetros asociados a la calidad del fruto como textura y sabor también se conservaron.
La biotecnología deriva de un polímero natural tomado del desecho de un molusco, en este caso la pluma de calamar, de donde se obtiene la Beta quitina, y de ésta el quitosano que se funcionaliza con ácido cítrico e hidroxipropilmetilcelulosa –otro polímero semi sintético natural–, explicó la doctora Keiko Shirai Matsumoto, del Departamento de Biotecnología de la Unidad Iztapalapa de la UAM, que coordina esta línea de investigación.
Resolver la oxidación del pericarpio del litchi con formulaciones inocuas beneficia a los productores de este fruto porque su mercancía no se devalúa en el mercado, y paralelamente a la salud del consumidor, ya que los tratamientos de tipo químico con dióxido de azufre, si bien cumplen con la función de preservar el color en este fruto, dejan residuos que son alergénicos y ocasionan problemas de salud en algunas personas.
La materia prima para la elaboración del recubrimiento inteligente –plumas de calamar– es obtenida de los desechos de la industria pesquera; la recuperación de estos desperdicios para su reutilización en un nuevo producto genera un círculo virtuoso que reduce la contaminación generada por este tipo de basura y lo convierte en insumo de una biotecnología sustentable.
Por otra parte, para aplicar este tratamiento no es necesario ninguna tecnología sofisticada, después de cosechar el litchi, la formulación se aplica por inmersión o aspersión, ésta se seca formando la película protectora sobre el fruto, y se procede al empaquetamiento y distribución.
La conservación del color rojo característico de este fruto, que es muy importante para su presentación en el mercado nacional e internacional, logró extenderse, con la aplicación de este recubrimiento, hasta por casi un mes –sin tratamiento en 72 horas la cáscara del litchi se vuelve marrón–, y los parámetros asociados a la calidad del fruto como textura y sabor también se conservaron.
La biotecnología deriva de un polímero natural tomado del desecho de un molusco, en este caso la pluma de calamar, de donde se obtiene la Beta quitina, y de ésta el quitosano que se funcionaliza con ácido cítrico e hidroxipropilmetilcelulosa –otro polímero semi sintético natural–, explicó la doctora Keiko Shirai Matsumoto, del Departamento de Biotecnología de la Unidad Iztapalapa de la UAM, que coordina esta línea de investigación.
Resolver la oxidación del pericarpio del litchi con formulaciones inocuas beneficia a los productores de este fruto porque su mercancía no se devalúa en el mercado, y paralelamente a la salud del consumidor, ya que los tratamientos de tipo químico con dióxido de azufre, si bien cumplen con la función de preservar el color en este fruto, dejan residuos que son alergénicos y ocasionan problemas de salud en algunas personas.
La materia prima para la elaboración del recubrimiento inteligente –plumas de calamar– es obtenida de los desechos de la industria pesquera; la recuperación de estos desperdicios para su reutilización en un nuevo producto genera un círculo virtuoso que reduce la contaminación generada por este tipo de basura y lo convierte en insumo de una biotecnología sustentable.
Por otra parte, para aplicar este tratamiento no es necesario ninguna tecnología sofisticada, después de cosechar el litchi, la formulación se aplica por inmersión o aspersión, ésta se seca formando la película protectora sobre el fruto, y se procede al empaquetamiento y distribución.
El litchi es un fruto de origen asiático que logró aclimatarse en algunas regiones de México, las primeras plantas se sembraron hace 70 años y actualmente se produce en diferentes estados del país, principalmente en Sinaloa, Nayarit, San Luis Potosí, Puebla, Veracruz y Oaxaca.
Aunque no se produce en grandes volúmenes, la mayor parte de esta producción ha encontrado un mercado cautivo importante en Estados Unidos y en países asiáticos, por ello la consolidación de la exportación sería relevante para los productores que tienen en este cultivo su actividad económica primordial, como sucede en la región del Papaloapan en Oaxaca.
La propuesta para evaluar el desarrollo biotecnológico que se realizó en la UAM se encuentra en proceso de validación mediante solicitud de financiamiento en la Fundación Produce Oaxaca, de ser aprobada, el recubrimiento sería aplicado en campo en poco tiempo.
El uso de esta biotecnología puede extenderse a otros frutos, hasta hoy los investigadores lo han probado con éxito en el rambután (Nephelium lappaceum), fruto de la misma familia que el litchi, y recientemente se ha dado inicio a experimentos con pitaya, un fruto cactáceo nativo del país.
La tesis que la estudiante Ariana Nicio Cruz –de la licenciatura en Química en Alimentos, de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM)–, realizó en el Laboratorio de Biotecnología de la UAM, con la asesoría de la doctora Shirai Matsumoto, sobre esta línea de investigación, obtuvo el Premio Nacional en Ciencia y Tecnología de Alimentos 2012, en la categoría estudiantil.
La propuesta para evaluar el desarrollo biotecnológico que se realizó en la UAM se encuentra en proceso de validación mediante solicitud de financiamiento en la Fundación Produce Oaxaca, de ser aprobada, el recubrimiento sería aplicado en campo en poco tiempo.
El uso de esta biotecnología puede extenderse a otros frutos, hasta hoy los investigadores lo han probado con éxito en el rambután (Nephelium lappaceum), fruto de la misma familia que el litchi, y recientemente se ha dado inicio a experimentos con pitaya, un fruto cactáceo nativo del país.
La tesis que la estudiante Ariana Nicio Cruz –de la licenciatura en Química en Alimentos, de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM)–, realizó en el Laboratorio de Biotecnología de la UAM, con la asesoría de la doctora Shirai Matsumoto, sobre esta línea de investigación, obtuvo el Premio Nacional en Ciencia y Tecnología de Alimentos 2012, en la categoría estudiantil.
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