Se han revalorado los espacios públicos urbanos porque favorecen una mejor convivencia comunitaria y una mayor cohesión social: Alicia Ziccardi
Nuestros análisis muestran que en los espacios donde existe una sólida y democrática organización social, previo a la realización de esas obras, se fortalece el sentido de pertenencia y la convivencia comunitaria, afirma la investigadora
El Programa Comunitario de Mejoramiento Barrial ha recibido diversos reconocimientos internacionales, entre ellos el Hábitat-ONU, que es el más importante premio que puede recibir una experiencia participativa en el mundo
El Programa Comunitario de Mejoramiento Barrial debería de replicarse a nivel nacional, dijo la doctora Alicia Ziccardi, integrante de la Academia Mexicana de Ciencias. Foto: Arturo Orta/AMC. Imagen en alta resolución |
En estos tiempos pareciera que los espacios públicos como los parques, centros deportivos y de esparcimiento se encaminan a la extinción al ser sustituidos por espacios privados, como los grandes centros comerciales cuyo objetivo es consumir los productos que ahí se ofertan, investigadores provenientes de las ciencias sociales se han enfocado en investigar el papel que cumplen los espacios públicos en la sociedad.
“Se han revalorado los espacios públicos en los procesos de integración social porque estos entornos urbanos favorecen una mejor convivencia comunitaria, una mayor cohesión social y son un componente que hace efectivo el derecho a la ciudad”, de acuerdo con la doctora Alicia Ziccardi, directora del Programa Universitario de Estudios sobre la Ciudad (PUEC) de la Universidad Nacional Autónoma de México e integrante de la Academia Mexicana de Ciencias (AMC).
Se estima que en el Distrito Federal el 62% de la población vive en pobreza, las delegaciones con mayores concentraciones son Tláhuac, Milpa Alta, Xochimilco e Iztapalapa. Los factores que se analizan para realizar estos cálculos son las dificultades que tienen sectores populares para acceder al suelo urbano y a una vivienda digna, a infraestructura básica de agua y drenaje, a equipamiento comunitario como centros de salud, de atención a la infancia, espacios deportivos y espacios culturales.
Contar con un espacio público en los barrios es una de las mediciones que toman en cuenta los científicos sociales a la hora de estimar la pobreza relativa de las poblaciones, término acuñado en 1979 por Peter Townsend, que permite valorar el acceso de los habitantes de determinado territorio a bienes y servicios públicos, más allá de los ingresos que un individuo pueda percibir por desempeñar determinada labor remunerada.
Ziccardi junto con Isabel Vázquez y Arturo Mier y Terán estudiaron el Programa Comunitario de Mejoramiento Barrial (PCMB) implementado en 2007 por el gobierno del Distrito Federal: “Nuestras ciudades se encuentran fuertemente fragmentadas, por ello, el PCMB fue una experiencia socialmente innovadora y muy valiosa en el marco de una política de inclusión social que convocó a organizaciones sociales, comunitarias, vecinales e instituciones académicas interesadas en promover procesos participativos de mejoramiento o construcción de espacios públicos en pueblos, barrios y colonias”.
El programa tuvo la finalidad de financiar proyectos en zonas con altos grados de conflictividad social, degradación urbana o que estuvieran clasificados como de media, alta y muy alta marginación. Las propuestas debían surgir, de preferencia, en la misma comunidad con la finalidad de contrarrestar los elevados niveles de pobreza y desigualdad que existe en la sociedad mexicana y su territorio.
“Nuestros análisis mostraron que en los espacios donde existe una sólida y democrática organización social, previo a la realización de esas obras, se fortaleció el sentido de pertenencia y la convivencia comunitaria; mientras, donde sólo existían fuertes liderazgos y baja generación de consensos la transformación material del espacio no sólo no se modificó sino que podría crear nuevas condiciones de conflictividad”, comentó.
El Programa Comunitario de Mejoramiento Barrial financió 213 proyectos en un periodo que comprende del año 2007 al 2011. Recibió diversos reconocimientos internacionales como el Premio Internacional de la Democracia Participativa, el Urban Age del Banco Alemán y el Hábitat-ONU, que es el más importante premio que puede recibir una experiencia participativa en el mundo.
De acuerdo con la investigadora el PCMB debería de replicarse a nivel nacional pues, entre otras cosas, evidenció las dificultades a las que deben enfrentarse los habitantes para convertirse en ciudadanos con capacidad de ejercer sus derechos y cumplir sus obligaciones en corresponsabilidad con el gobierno como transformadores de su entorno.
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