“Recuperemos Xochimilco y al axolote”, pretende apoyar este sitio, denominado Patrimonio Cultural de la Humanidad desde 1987
La problemática se relaciona con varias causas, como la urbanización, la contaminación del agua y la introducción de especies exóticas de peces, señaló Luis Zambrano, jefe del Laboratorio de Restauración Ecológica del IB de la UNAM
Aunque forma parte del Patrimonio Cultural de la Humanidad desde 1987, y es un sitio apoyado por el Convenio Ramsar (cuyo fin es la conservación y el uso racional de humedales en todo el mundo) desde 2004, Xochimilco aún padece múltiples problemas ecológicos.
Su condición es añeja y se relaciona con varias causas, como la urbanización por asentamientos regulares e irregulares; la contaminación del agua, que propicia la reducción de las poblaciones de peces, anfibios e insectos en sus canales, y la introducción de especies exóticas como la carpa y la tilapia, que ya son plaga.
Sin embargo, en opinión de Luis Zambrano, jefe del Laboratorio de Restauración Ecológica del Instituto de Biología (IB) de la UNAM, el inconveniente más grave es que realmente ninguna autoridad se hace cargo.
Todos tienen injerencia en Xochimilco: el gobierno federal, porque es un cuerpo de agua; el gobierno central, porque es parte del Distrito Federal, y el delegacional, por ser parte de la demarcación.
Zambrano y sus colaboradores han trabajado en su recuperación desde 2002, pero ahora ya no lo hacen directamente con las autoridades como tales, sino con los chinamperos, los pescadores y los remeros, a quienes sí les importa la conservación del sitio.
Recientemente se puso en marcha la campaña “Recuperemos Xochimilco y al axolote”, para recaudar fondos por medio de Fundación UNAM.
En peligro de extinción
En Xochimilco se han extinguido tres o cuatro especies de peces, y sólo queda una nativa: el charal amarillo (Girardinichthys viviparus). Las otras son exóticas, como –además de la carpa y la tilapia– el pez cola de espada y el charal blanco (Chirostoma jordani), que es muy parecido al pez blanco de Pátzcuaro, pero más pequeño.Hay un crustáceo importante en este lugar, el acocil (Cambarellus montezumae), que también se halla en otras latitudes del centro del país. En cuanto a las aves, se han contabilizado cerca de 200 especies.
En términos culturales y ecológicos, la especie más valiosa que habita es un anfibio que no se encuentra en ningún otro punto del planeta: el axolote (Ambystoma mexicanum).
Por este motivo, Zambrano ha centrado sus esfuerzos en salvarlo de la extinción.
“Evitar su desaparición es impedir que se extinga Xochimilco. En términos ecológicos, este anfibio es fundamental porque se trata de lo que nosotros llamamos depredador punta, que controla toda la cadena alimenticia de un ecosistema. Si hay muchos depredadores, pueden manejar la cantidad de presas, pero si son pocos, éstas pueden crecer y volverse plagas”, indicó.
En el momento que el investigador y sus colaboradores se dieron cuenta que el número de axolotes disminuía de manera alarmante, indagaron la causa, y una vez que la descubrieron, decidieron atacar el problema desde distintos frentes.
“Mucha gente opina que podemos introducir el axolote en otro lago. Sí se puede, pero eso no es lo que importa, sino conservarlo en su ecosistema original.”
Programas
Una de las razones por las que está en peligro de extinción, es que la carpa y la tilapia se lo han comido desde que fueron introducidas (la primera hace un siglo, y la segunda, hace unos 20 años).“Para que el número de axolotes crezca, es indispensable que sobrevivan los huevos, pero la carpa y la tilapia los buscan para alimentarse, como lo hacen con los axolotes y las plantas de su hábitat, que les permiten resguardarse y madurar”, explicó Zambrano.
Por eso, pusieron en marcha un programa para controlar las poblaciones de las especies exóticas. Según un estudio que realizaron el año pasado, en los canales hay aproximadamente 900 toneladas de carpas y tilapias, lo que representa entre ocho y nueve millones de organismos.
“En dos o tres meses sacamos 50 toneladas; en un año podríamos tener unas 150, si el programa fuera constante y continuo. Con estas cifras, en tres o cuatro años podríamos tener poblaciones relativamente controladas”, acotó.
Otro programa implica monitorear los canales, para lo que ya se levanta una estación de seguimiento de sus variables, tanto abióticas (qué tan frías o calientes son sus aguas, si están contaminadas) como bióticas (dónde está el zooplancton, las algas, los insectos y los peces).
“Marisa Mazari, investigadora del Instituto de Ecología, colabora con nosotros en lo referente al análisis y calidad del agua para saber, por ejemplo, si contiene bacterias o virus”, apuntó.
Refugios
El tercer programa propuesto por el universitario y sus colaboradores tiene como objetivo restaurar el hábitat del axolote, por medio de la creación de refugios en los pequeños canales que corren junto a las chinampas (parcelas de tierra donde se cultivan flores como el cempasúchil, así como lechuga, calabaza y jitomate).Se han colocado barreras para que las carpas y las tilapias no entren. Además, sirven para filtrar un porcentaje alto de contaminantes y mejorar la calidad del agua, lo que permite a los chinamperos cultivar productos de mayor calidad.
“Logramos que los axolotes se reprodujeran en esos sitios y que otras especies, como los charales amarillos y los acociles, sobrevivan en ellos. Hemos conseguido que la simbiosis chinampa-canal-axolote funcione y se expanda poco a poco”, apuntó.
Censos
De acuerdo con censos realizados por integrantes del Laboratorio de Restauración Ecológica, en 1998 había en los canales seis mil axolotes por kilómetro cuadrado, y 10 años después, sólo 100. “Este año haremos otro para saber si la cantidad se ha incrementado afuera de los refugios”.Por lo demás, dentro de ellos las condiciones han mejorado; incluso, los universitarios han logrado que se reproduzcan. Sin embargo, aclaró, los axolotes de los refugios sirven para hacer experimentos, no para repoblar los canales.
En la actualidad hay aproximadamente 10, que ocupan unos 40 metros en una misma zona, pero Zambrano pretende que en los próximos cinco años haya no menos de 20 kilómetros de canales que jueguen ese papel.
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