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martes, 25 de septiembre de 2012

El «reciclaje» en la Edad de Piedra


El ser humano del Paleolítico Superior reciclaba sus artefactos de piedra para darles nuevos usos.



Es evidente que durante el Paleolítico Superior -hace entre 50 000 y 10 000 años- el mundo no era como hoy se conoce.
El continente americano era colonizado por humanos que cruzaban el puente terrestre de Bering, donde se encuentra en la actualidad el Estrecho de Bering, de 53 kilómetros de ancho, que separa Rusia de Estados Unidos.
Y aunque las sociedades existentes entonces estaban formadas por cazadores-recolectores, empezaron a surgir identidades regionales a medida que los distintos tipos de utensilios pétreos empezaron a variar para ajustarse a los distintos entornos naturales.
Al parecer, en esta época el ser humano empezó también a reciclar.
Equipos de investigación de la Universitat Rovira i Virgili y el Instituto Catalán de Paleoecología Humana y Evolución Social (IPHES) han hallado indicios de que el ser humano del Paleolítico Superior reciclaba sus artefactos de piedra para darles nuevos usos.
Su conclusión se basa en el análisis de artefactos quemados encontrados en el yacimiento de Molí del Salt, en Tarragona.
El reciclaje de herramientas de piedra durante la Prehistoria es un tema escasamente tratado debido a las dificultades para verificar esta práctica en el registro arqueológico.

Hay pruebas


Sin embargo, es posible encontrar pruebas de ello, como lo demuestra el estudio publicado en la revista Journal of Archaeological Science.
«Para identificar el reciclaje es necesario diferenciar dos momentos en la secuencia de manipulación de un objeto -el momento anterior a la alteración y el posterior-, separados por un intervalo durante el cual el artefacto ha experimentado algún tipo de alteración.
Es la primera vez que se hace un estudio sistemático de este tipo», explica Manuel Vaquero, investigador en la Universitat Rovira i Virgili.
Los arqueólogos encontraron un alto porcentaje de restos quemados en el yacimiento de Molí del Salt (Tarragona), que corresponden al Paleolítico Superior final, con unos 13 000 años de antigüedad.
«Escogimos estos artefactos quemados porque pueden demostrar de forma sencilla si se ha producido una modificación posterior a la exposición al fuego», añade Vaquero.
Los resultados indican que el reciclaje de utensilios fue un fenómeno habitual durante el Paleolítico Superior.
Sin embargo, esta práctica no se documenta de la misma manera en todas las clases de artefactos.
El uso de herramientas recicladas era más común en el caso de las actividades domésticas y parece asociado a necesidades inmediatas.
Las herramientas especializadas, como las utilizadas en la caza, por ejemplo las puntas de proyectil, no fueron casi nunca fabricadas a partir de artefactos reciclados.
En cambio, los artefactos dobles -los que combinan dos herramientas en una misma pieza- se reciclaron más.
«Esto indica que una parte importante de estos utensilios no se concibieron desde el principio como artefactos dobles, sino que primero se fabricó una herramienta y la segunda fue añadida posteriormente, cuando el artefacto fue reciclado», apunta el investigador.
La historia de los artefactos -la secuencia de modificaciones que han experimentado a lo largo del tiempo- es fundamental para entender su morfología final.
Según Vaquero, «esto es importante sobre todo desde el punto de vista del valor cultural de los objetos, especialmente en periodos como el Paleolítico Superior, en los que se tiende a asumir que la forma es siempre el reflejo de una imagen mental bien definida».

Artefacto abandonado

La reutilización de recursos evitó a estos humanos tener que desplazarse a los lugares donde se encontraba la materia prima para fabricar las herramientas, que podían encontrase alejados del campamento.
«Simplemente cogían un artefacto abandonado por los grupos que ocuparon anteriormente el yacimiento.»
«Tiene importancia económica, ya que incrementa la disponibilidad de los recursos líticos, especialmente en contextos de escasez.
Además, es un factor relevante en la interpretación de los yacimientos porque se convierten no solamente en territorios donde se puede vivir, sino también en lugares de aprovisionamiento de recursos», subraya el investigador.
Vaquero y su equipo creen que esta práctica ha de tenerse en cuenta a la hora de analizar los yacimientos.
«Los pobladores de estas zonas pudieron desplazar objetos desde el lugar donde se depositaron originalmente, o incluso excavar o extraer sedimentos para buscar las herramientas», destaca el investigador.

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