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miércoles, 20 de junio de 2012

La ciencia y la tecnología ante los desastres naturales



Dotar a la sociedad con mayor capacidad para anticipar, amortiguar y recuperarse de los efectos provocados por desastres, proponen expertos al G-20

La resiliencia es la habilidad que tiene un sistema y sus componentes para anticipar, amortiguar, adaptar o recuperarse de los efectos de un desastre mayor, de forma oportuna y eficaz.
Foto: Internet
 
Con el objetivo de reducir los costos sociales y económicos que imponen los desastres naturales y tecnológicos, las Academias que integran el G-Science, recomiendan a los gobiernos nacionales construir de manera urgente estrategias de resiliencia (capacidad para asumir situaciones límite y sobreponerse a ellas) en los programas de asistencia nacionales e internacionales de cooperación y desarrollo.
Las pérdidas anuales por desastres en 2005, 2008 y 2011 superaron, por vez primera, los 200 mil millones de dólares, mientras que los datos de pérdidas humanas aunque no tienen una tendencia clara, han sido menores en los países desarrollados, lo que es indicativo del valor de las medidas de resiliencia.
La propuesta dirigida a los integrantes del G-8+5, G-20 y a los de la próxima Cumbre Ambiental de Río+20, que sesionará 20, 21 y 22 de junio en Río de Janeiro, Brasil, incluye cinco puntos y pide a los gobiernos comprometer a la comunidad científica nacional e internacional en el esfuerzo.
Esta recomendación forma parte del pronunciamiento que elaboró el G-Science en su última declaración en Washington, y en la que se invita a los líderes mundiales a considerar más a fondo el papel esencial que la ciencia y la tecnología podrían desempeñar para enfrentar algunos de los desafíos más apremiantes del planeta.
La resiliencia es la habilidad que tiene un sistema y sus componentes para anticipar, amortiguar, adaptar o recuperarse de los efectos de un desastre mayor, de forma oportuna y eficaz.
La recomendación del G-Science, que conforman las Academias de Ciencias del G8+5 de las que forma parte la Academia Mexicana de Ciencia, se centra en desastres que ocurren en periodos cortos de tiempo y que pueden ser naturales (como terremotos, derrumbes, huracanes, inundaciones, tifones, erupciones volcánicas y pandemias), y tecnológicos, en los que se incluyen fallas accidentales u ocasionadas por el factor humano en infraestructuras socialmente críticas (como son presas y diques, sistemas de energía y redes de información).

Ante la imposibilidad de predecir con certeza el momento en que ocurrirán la mayoría de los desastres, un estudio científico cuidadoso, la creación de modelos y monitoreo pueden mejorar la comprensión de los riesgos y la exposición, y a menudo pueden significar valiosas alertas anticipadas, consideran las Academias.
En la actualidad, destaca el G-Science, se lleva a cabo una importante labor en la comunidad internacional en varios frentes para el desarrollo de la resiliencia: dentro de la Plataforma Global para la Reducción de Riesgo y Desastres y el Marco de la Acción de Hyogo, adoptado por 168 países en 2005; Así como el esfuerzo que realiza el Consejo Internacional para la Ciencia (ICSU, por sus siglas en inglés), que puso en marcha en 2010 un programa para 10 años de Investigación Integrada sobre los Riesgos de Desastres; y la Estrategia Internacional de la ONU, la cual está en consulta para un trabajo posterior al 2015.
El G-Science sostiene que la adopción del enfoque de sistemas y la identificación de soluciones multidimensionales es un elemento clave para el desarrollo de la resiliencia. A partir de esto, propone a los gobiernos cinco puntos:
1.-Vigilancia continua de riesgos y evolución periódica de desarrollo de capacidades.
2.- Mejoramiento de los sistemas de salud pública, los cuales deben ser fortalecidos y mantenerse, tanto para evitar el desastre, como para responder cuando éste ocurra. Estas mismas consideraciones se aplican a los sistemas de cultivo y salud animal.
3.- Aplicación de la tecnología avanzada de la información, incluyendo la geoespacial, para el monitoreo, identificación y alerta de desastres inminentes y en la evaluación de su ubicación, naturaleza y alcance de los daños, número de muertes y de lesionados para poder enviar, coordinar y concentrar los esfuerzos de asistencia.
4.- Planeación, ingeniería e implementación de los estándares para minimizar la vulnerabilidad.
5.- Integración de la capacidad de resiliencia en los programas de asistencia al desarrollo, los cuales pueden contribuir para que los países desarrollen su propia capacidad de resiliencia a nivel local y nacional.

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