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martes, 19 de marzo de 2013

Observatorio de instituciones territoriales, herramienta para los tomadores de decisiones


• La página Obsinter conjunta bases de datos, herramientas y debates sobre entidades y conflictos que inciden en la organización del territorio y la biodiversidad en México; ya está a disposición del público vía Internet
• Por la información reunida, es una herramienta crucial para diseñar estrategias en el rubro, indicó Rosalba Casas Guerrero, directora del Instituto de Investigaciones Sociales de la UNAM

La página Obsinter (Observatorio de Instituciones Territoriales) —que reúne bases de datos, herramientas y debates sobre instancias y conflictos que inciden en la organización del territorio y la biodiversidad en México— ya puede ser consultada en la red por el público interesado.
Se trata de una iniciativa del Instituto de Investigaciones Sociales (IIS) de la UNAM, con apoyo de la Comisión Nacional de Áreas Naturales Protegidas (Conanp); la Comisión para el Conocimiento y Uso de la Biodiversidad (Conabio); la Procuraduría Ambiental y del Ordenamiento Territorial del DF (PAOT), y el Centro de Investigación en Geografía y Geomática Ing. Jorge L. Tamayo (Centro Geo).
Al respecto, Rosalba Casas Guerrero, directora de la entidad universitaria, destacó la utilidad de este esfuerzo, tanto para la academia y el sector público, como para organizaciones privadas y la sociedad civil.
Por la información concentrada, proveniente de diferentes instituciones que documentan los conflictos generados al instrumentar políticas a nivel federal o estatal, es una herramienta indispensable para la toma de decisiones en el rubro, resaltó.
En su oportunidad, Antonio Azuela de la Cueva, coordinador del Observatorio, subrayó que el objetivo es mostrar la relación entre el derecho y el territorio, desde el punto de vista de las instancias que lo conforman y organizan.

La página consta de cuatro secciones. 

En Colección Jurídica recopila leyes, reglamentos y jurisprudencia desde el año 1900, lo que permite reconstruir las transformaciones del régimen del territorio desde inicios del siglo XX, con acceso inmediato y directo a las fuentes.
En Cartografía, se reúne la información geográfica de la conformación física del territorio nacional, a partir de referencias sobre núcleos agrarios, áreas naturales protegidas, expropiaciones y ordenamientos ecológicos territoriales, entre otros aspectos.
El apartado Distrito Federal presenta una base de datos y un visualizador, correspondientes a una muestra representativa de las denuncias ingresadas en los periodos 2004 a 2005, y 2009 a 2010, georreferenciadas por colonia.
Así, es posible visualizar la distribución de la protesta social y el conflicto en la capital del país, explicó.
Reconstrucción de Conflictos brinda recursos para el análisis de diversos problemas urbano-ambientales representativos de la dinámica socioterritorial del país, desde diferentes posturas.
Se presenta una visión general del desarrollo de las disputas, el mapa de actores que intervienen, sus posiciones y argumentos, así como los datos fundamentales, mapas y documentos para su reconstrucción.
En su oportunidad, Margarita Parás Fernández, directora general del Centro Geo, expuso la importancia de la colaboración entre entidades para construir una plataforma abierta que permita conocer y debatir sobre los procesos, acciones y perspectivas en ordenamiento territorial.
Al respecto, Miguel Ángel Cancino Aguilar, titular de la PAOT, señaló que la iniciativa enriquecerá el trabajo de las instancias públicas en la atención de conflictos urbano-territoriales.
Carlos Galindo Leal, director general de Comunicación de la Ciencia de la Conabio, consideró que el Observatorio pone a disposición del público conocimiento de la naturaleza a nivel geográfico y social.

“Es una herramienta sencilla y un esfuerzo relevante”, añadió.

David Gutiérrez Carbonell, director general de Conservación para el Desarrollo de la Conanp resaltó la utilidad de esta iniciativa ante las disputas al establecer regulaciones a los usos de estas demarcaciones.

Agricultura a la medida del cambio climático

Ante la actual realidad climática del país, mediante distintos enfoques, científicos mexicanos buscan hacer más eficiente la producción agrícola

  En nuestro país existen 26 millones de hectáreas disponibles para la siembra, de las cuales solo se utilizan con este fin entre 18 y 22 millones, según cifras del Instituto Nacional de Geografía y Estadística (INEGI).
México es muy vulnerable a la variación climática porque gran parte de los cultivos dependen de la época de lluvias, es decir, se producen bajo condiciones de temporal.
Los agricultores temporaleros obtienen bajos rendimientos por unidad de superficie y los mayores índices de pérdidas; las principales causas son los cambios climáticos paulatinos que se han presentado.
Conocer el comportamiento y la distribución actual de los elementos del clima en tiempo y espacio es de vital importancia para adecuar las técnicas agrícolas.
  En este escenario tres grupos de investigadores buscan soluciones abordando el problema desde distintas perspectivas:
  El equipo del doctor José Ariel Ruiz Corral, investigador del Instituto Nacional de Investigaciones Forestales, Agrícolas y Pecuarias, (INIFAP) estudia desde hace 29 años las relaciones clima-cultivos, caracterizando sus interacciones, y corroboró que el cambio climático es un elemento que afecta la producción agrícola y tiene carácter regional, pues afecta de distintas maneras a diferentes zonas, por ello, la necesidad de planear una agricultura que tome en cuenta la variabilidad de los 28 ambientes climáticos de nuestro país.
  Existen en México alrededor de 2.6 millones de hectáreas con condiciones agroclimáticas óptimas para producir, bajo temporal, cultivos de origen tropical y subtropical, y alrededor de 2.8 millones de hectáreas con estas condiciones para producir cultivos de origen templado. 
Además se cuentan con alrededor de 9 millones de hectáreas con sistema de riego, donde se puede practicar una agricultura de altos rendimientos; sin embargo, esto no siempre se consigue, porque en ocasiones no se hace uso óptimo de este recurso.
“La clave está en producir cada cultivo en los ambientes que le son propicios, con la tecnología recomendable y bajo un sistema de producción que permita reducir al mínimo los riesgos que el clima impone a la agricultura” dijo Corral.

Algo es certero, y es que se necesita conocer, es cómo ha variado el clima con el cambio climático en los últimos años, para ello se ha recurrido a la modelación como una herramienta para entender su variabilidad. 

Estos modelos se elaboran a partir de la interpretación de los sistemas ecológicos, y son los más difíciles de estructurar, pues no solo involucran espacio y tiempo, también toman en cuenta la variación en la intensidad de la radiación solar, la presión de la atmósfera e incluso las erupciones volcánicas.
Con la modelación climática y los indicadores agroclimáticos ­ecuaciones que establecen la relación entre el crecimiento, desarrollo y rendimiento de los cultivos con los elementos del clima, (temperatura, precipitación, humedad), que se obtienen de las estaciones meteorológicas­ se puede planear y adaptar la agricultura.
Así, el equipo de la doctora Rebeca Granados Ramírez del Instituto de Geografía de la Universidad Nacional Autónoma de México, trabaja de cerca con los indicadores agroclimáticos, para proponer qué áreas se pueden abrir con otros cultivos que se adapten mejor a la proyección climática de ciertas regiones.
  “Trabajamos con analogías entre cultivos y su clima; recientemente utilizamos sistemas de información geográfica que facilitan este análisis, nosotros introducimos variables e indicadores como la temperatura, horas-frío, horas-calor y este sistema nos delimita zonas que se encuentran en las mismas condiciones climáticas, y a partir de esta información nosotros hacemos la planeación de cultivos.
Es un estudio físico que después debe integrar aspectos sociales y económicos”
  Este trabajo consistió en integrar un conjunto de indicadores térmicos y pluviales que influyen directamente en la actividad agrícola.
Los indicadores fueron aplicados en la región norte de Guanajuato, para obtener una regionalización potencial climática, comentó la especialista y sugerir la introducción de cultivos alternativos como: amaranto, sorgo y girasol forrajero.
  Entre la planeación de la agricultura también se requiere de un estudio detallado de las características de las semillas, como ejemplo el maíz, de las cuales ya están clasificadas cuatro razas según su nivel de estrés térmico (mucho calor poca humedad).

 En este sentido los bancos de germoplasma están disponibles para cuidar la biodiversidad, su objetivo es procurar la coexistencia entre los cultivos y el ecosistema. 

Sin duda “deberíamos de tener una agricultura planeada como una actividad prioritaria de científicos, técnicos y agricultores, que tomara en cuenta la riqueza climática ambiental (diversidad climática)”, comentó por su parte el doctor Agustín López-Munguía miembro de la Academia Mexicana de Ciencias e investigador del Instituto de Biotecnología de la Universidad Nacional Autónoma de México.

jueves, 14 de marzo de 2013

Falta de polinizadores, podría colapsar la conservación de recursos naturales

• En el mundo, estos agentes biológicos polinizan 70 por ciento de las plantas con flores, indicó Mireya Ímaz, coordinadora del PUMA de la UNAM
• Más de 100 mil especies, incluidos los murciélagos, proveen ese servicio, y un tercio de alimentos para seres humanos provienen de plantas polinizadas por animales silvestres, indicó Daysi Vilamajó, del Instituto de Ecología de Cuba

En materia de conservación de la biodiversidad, uno de los temas de relevancia es la preservación de los polinizadores; “probablemente la factura ambiental más cara que podríamos pagar será la disminución de sus poblaciones, afirmó Mireya Ímaz Gispert, coordinadora del Programa Universitario de Medio Ambiente (PUMA) de la UNAM.
Al comentar los datos presentados por Daysi Vilamajó y Miguel Ángel Vales, investigadores del Centro Nacional de Biodiversidad del Instituto de Ecología y Sistemática de Cuba, afirmó que existen lugares que viven colapsos ecológicos por la ausencia de polinizadores, como las zonas de cultivo de almendras en California, Estados Unidos, donde los productores importan abejas para hacer esa función.
Al respecto, Vilamajó apuntó que más de 100 mil especies animales, incluidos los murciélagos, proveen ese servicio y, en promedio, un tercio de los alimentos para los seres humanos provienen de plantas fertilizadas por polinizadores silvestres.
En el auditorio Carlos Graef de la Facultad de Ciencias (FC), Ímaz Gispert apuntó que llegó a considerarse que la desaparición de los grandes mamíferos provocaría un colapso ambiental. Esto no ha ocurrido, al menos no a gran escala, pero podría darse por falta de polinizadores, pues 70 por ciento de las plantas con flores requiere de esos agentes biológicos para reproducirse.
Por otra parte, refirió que entre México y Cuba existen puntos de coincidencia en el ámbito de los mecanismos institucionales y políticas públicas en materia de conservación de la biodiversidad. No obstante, el territorio nacional “está sobrerregulado y al final del día no hay ordenación alguna; ha terminado por constituirse en un sistema de regularización de lo que ya pasó; en realidad los ordenamientos no planean, sino que resuelven los conflictos pasados”.

Gestión ambiental en Cuba

En su intervención, Vilamajó y Vales consideraron que la gestión ambiental tiene como propósito constituirse en el motor del desarrollo sostenible de Cuba desde la óptica ambiental. Para ello, el trabajo tendría como base la acción de la política y la estrategia ambiental nacional, la estructura organizativa del país y el conjunto de prioridades y necesidades nacionales, así como los compromisos internacionales.
Para hacer gestión en materia ambiental, explicaron, es necesario conocer con qué recursos naturales se cuenta, para estar en posibilidad de manejar esa diversidad. En el caso de la botánica cubana, por ejemplo, se conoce 97 por ciento de la flora.
Tras hacer un recuento de la diversidad biológica de la isla caribeña y mencionar los mecanismos institucionales y políticas públicas con que cuenta para la conservación y gestión de la biodiversidad, Vales resaltó que se han detectado tres grandes amenazas: la fragmentación del hábitat, resultado de la actividad antrópica; las especies exóticas invasoras, y los efectos del cambio climático, que ya son evidentes en Cuba.
Finalmente, Vilamajó, refirió que desde la creación del Ministerio de Ciencia, Tecnología y Medio Ambiente, en Cuba se requiere de una licencia ambiental para cualquier proyecto de desarrollo, “misma que está amparada por la evaluación del impacto; es lo que mejor ha funcionado”.

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